martes, 13 de noviembre de 2012

Arroz con camarones y chorizo de pollo (de 400 calorías)

Bueno, esta receta originalmente se llama "Paella de camarones" en el libro de la dieta Curves, pero le hicimos algunos cambios, y de todos modos claramente no es una paella, así que lo retitulé.

Es definitivamente un arroz con camarones, pero con la variante de que se le agrega el choricito, y además la preapración es muy específica (o digo yo, porque normalmente los arroces los hago haciendo el arroz aparte, luego cocinando la carne, ya sea sola o en salsa, y revolviendo).

También es definitivamente el arroz más rico que yo he hecho, porque es humedito y porque definitivamente echarle chorizo al arroz con camarones es una excelente idea, y no entiendo cómo no se me había ocurrido antes, no entiendo.

Se los recomiendo a todos y todas, y les prometo que además de ser un plato con super poca grasa, es el puro y legítimo sabor.


Cantidad: 6 porciones (según el libro son 4, pero aún con los ingredientes exactos a mi siempre me sale más, es como magia)

Ingredientes:

• 12 cdas arroz blanco crudo
• 500 gr. camarones
• 250 gr. de chorizo de pollo
• 2 tzs de caldo de pollo< • 1 cebolla mediana • 1 chile mundial • 4 ajos pequeños • 4 cdtas de aceite de oliva • Azafrán al gusto • Sal y pimienta al gusto Preparación:


1. Primero hay que freír el chorizo en un poquititito de aceite (no el de oliva, sólo un poquito de cualquier aceite que tengan, preferíblemente en spray), hasta que quede doradito, luego sacarlo del sartén, escurrirle el aceite en una servilleta de papel y picarlo en cubos pequeñitos.

2. Picamos la cebolla, el chile y los ajos bien chiquiticos y lo freímos todo en el aceite de oliva, en una olla.

3. Una vez que esté cocinada la cebolla, agregamos el caldo de pollo, el azafrán, la sal y la pimienta, y dejamos hervir.


4. Agregamos el arroz crudo y lo dejamos hervir a fuego medio, bajamos el fuego un poquito y dejamos sin tapa unos 15 minutos, hasta que el arroz esté cocinado pero no seco (o sea, un poquito húmedo aún).

5. Agregamos entonces los camarones crudos y el chorizo en cubitos, revolvemos bien, tapamos, y dejamos cocinar hasta que los camarones estén rosaditos.


Acompañado de una buena ensaladita es una completa maravilla.

Y resulta que esta receta la iba a publicar en la tarde, pero apenas empecé con las fotos sentí el deseo innegable de iniciar la Navidá, así que me levanté y bajé a sacar las cajas de los chunches para empezar a poner adornitos :)

Este es el cactus navideño que ponemos mientras compramos el arbolito, es un divi.

martes, 6 de noviembre de 2012

Nicaragua 09: La Calzada de Granada, y Pizzería Don Luca

Bueno, no he terminado aún de contarles sobre Granada, y es porque después de ver las bellas isletas fuimos a La Calzada, y ¡qué lugar!

Para llegar nosotras nos parqueamos entre el parque de Granada y la entrada a La Calzada, y apenas nos bajamos del carro Olga me señaló un puestito y me dijo: "¡Acá fue donde nació el vigorón!" Cómo habíamos comido hace relativamente poco y ya teníamos pensado el lugar donde íbamos a comer, pensamos en pasar por uno más tarde, pero realmente no lo hicimos, porque después de la cena de ese día yo no podía ni mover los pulmones, no entiendo como logré respirar...

Pero bueno, esa cena es otro post, porque a la pizzería pasamos por antojadas, pero tampoco era la cena :)

Entonces nos bajamos del carro, y de una vez la belleza de la zona le pega a uno como si le hubieran tirado una almohada en la cara.


Me puse a investigar un poquito y leí que Granada fue una de las primeras ciudades europeas en el continente americano, construída en 1524. Tiene arquitectura colonial, de apariencia morsca y andaluza, según Wikipedia.


La singularidad del pueblo es fácil de notar, no sólo en la arquitectura, sino también en que es una zona completamente turística, lleno de gringos y europeos, y pues, gente de muchas nacionalidades, todas admirando la belleza y la cordialidad nica.

Entonces empezamos a caminar por La Calzada, que es un boulevar largo y diviiino lleno de casa, tienditas, restaurantes, bares, y en general negocios orientados al turismo. Desde la entrada se ve la mascarada, pequeña pero folclórica, que en lo que estuvimos allí bajó y subió la calle como unas 4 veces, dándoles entretenimiento a los turistas y recolectando contribuciones de quienes la quieran dar.


Luego nos topamos el carrito de los copos, y ¡cómo quería yo uno!, la Olga me dijo que usaban un dulce especial riquísimo, pero que mejor no comer, porque después de una semana invicta en Nicaragua, sin problemas de panza (después de tantas historias de miedo que escucha una), mejor no jugármela, porque con esos la posibilidad si era alta...


Seguimos adentrándonos en la calle y Olga me iba diciendo "Vea las casas bien por dentro, porque son lindísimas".


Seguimos viendo la calle, linda, llena de gente, llena de vida, y llena de machillos extranjeros buscando comida, cerveza o souvenirs, y de locales atendiendo, vendiendo y entreteniendo.

A mi caminar me encanta, y con ese clima tan sabroso ya entrando en la noche, me pareció una delicia, pero en algún momento teníamos que parar, así que nos sentamos en Pizzería Don Luca, por recomendación de mi guía turística, por una pizzita para admirar y disfrutar el lugar un rato más antes de ir a cenar.


La pizzería, como la mayoría de los lugares de La Calzada, es un edificio a la orilla de la calle, que es una calle muy ancha, y en la cual ponen la mayoría de las mesas. Es decir, el centro de La Calzada es para tránsito, pero en cada uno de sus lados hay mesas y toldos de los restaurantes y bares, así que una se sienta en la propia calle, viendo pasar a la gente y siempre siendo parte del paisaje y la belleza del lugar.


Nos sentamos a la pura orilla, a la pura par de donde va pasando la gente, y como sucede en Costa Rica, pasaron algunas personas vendiendo productos o pidiendo dinero por sus actuaciones. No fue demasiada gente, y no nos molestaron de ninguna manera. La gente pasa respetuosa y amigablemente, y le dimos unas monedas de nuevo a los de la mascarada y me compré un monedero de souvenir, y luego pasó la muchacha de las maracas.


Una ahí sentada, pasándola bomba en Nicaragua, en el último día de turisteo, cómo no me iba a comprar una maraca? Le compré una a mi hermano y me dejé una yo, porque la muchacha resultó ser de las personas más buena gente que he visto en mi vida, y tuvo la paciencia de buscarme la maraquita morada con verde que yo quería, y nos trató suuuper bien, y cada maraca me costó como $4, o sea... Así que ahí tienen la foto, si van a Granada, cómprenle a ella, que es toda :).

Nos pedimos entonces una pizza mediana de jamón, hongos, tocineta y aceitunas (negras y verdes -y vean mi maraca).


Yo la compararía con Family Pizza: pasta delgada, salsa rica, carnes de una calidad aceptable y en una buena cantidad, y en general muy rica, pero además, una birra y una pizza ahí sabe mil mejor que en cualquier otro lado.

Después empezamos a caminar de vuelta ya cuando estaba anocheciendo, así que lentamente nos acercamos al carro, viendo la oscuridad del cielo y la iluminación callejera hacer el lugar cada mez más lindo.



Es un pueblo romántico (pero no en el sentido de que es para viaje de parejas), pero se siente en el aire, se ve en los edificios, se escucha y se siente en la gente, se ve en el turismo. Es un pueblo romántico, hermosísimo, llevo de comida rica y cosas que hacer, al que yo voy a volver, y voy a volver para quedarme varios días y poder explorarlo a fondo :).

(El próximo post del viaje a Nicaragua, que es sobre el restaurante al que fuimos a cenar, es el último, porque el domingo 5 de febrero ya me tocó volver a Costa Rica).