Yo antes iba, antes me daban ganas a cada rato de ir a La Buca, antes me ponía molestamente chineada después de los ensayos de coro y rogaaaaaba que fuéramos por unas bruschettas de hongos o una tabla de queso. Fui a celebrar mi cumpleaños después de cantar el Requiem de Verdi en el Teatro Nacional en el 2005, fui con mi amigo Danny a tomarnos un coctelito y comernos una tablita de quesos la noche antes de una producción en Cartago hace 3 años (hasta me acuerdo que zapatos andaba), fui muchas veces, últimamente no tanto, pero han de creer que tenía pensada una visita en este, el mes de mi cumpleaños, al lugar? Hasta pensaba proponérselo hoy a mi cuñada porque quedamos en tomarnos unos vinitos!
Si a una pareja homosexual la echaron de un lugar me afecta a mi como persona, independientemente de si conozco o no quien haya sido la víctima, pero especialmente porque en este caso lo conozco, se como se comporta con su pareja en situaciones sociales, se que es una persona decente, respetable y respetuosa, y dulce y confiable y amable,
Pues no, no vuelvo, no porque no me de la gana, porque mis principios, mi marcado moralismo, mi conocimiento sobre la ética y mi sentido común me lo impiden, y yo los apoyo, y espero que su sentido de moral, ética, sentido común, principios y tripa, piensen como las mías, porque estas situaciones de discriminación, homofobia, y sobre todo, odio, que son cada vez más conocidas (no se si pasarán más o menos, pero alas! la Internet y las redes sociales tienen usos positivos!) tienen que detenerse, tienen que dejar de existir, aunque fuese por lo menos porque a esas personas irrespetuosas y homofóbicas les de vergüenza ser reconocidos como tal. Y vergüenza les debería de dar.
Food JUNKY apoya los derechos de las personas homosexuales, ya sea el de convivir pacíficamente como pareja desde el punto de vista legal, o el de tomarse un fresco agarrados de la mano sin que nadie diga absolutamente nada al respecto.
No necesité volver con la cámara para la reseña, porque esto es todo lo que necesito. Les dejo la nota escrita por una muy buena amiga (@natisol) quien para mi tiene toda la credibilidad que puede tener una persona.
Natalia Solórzano
Hoy Miércoles 8 de Setiembre del 2010 decidí con unos amigos y mi novio ir a compartir un rato a "La Bucca", bar-restaurante ubicado debajo de "Il Pomodoro" en San Pedro de Montes de Oca, cuyo dueño es también propietario de ese restaurante y de "Café Roma" en el centro de San José. Voy a "La Bucca" al menos una vez por semana porque me parecía agradable y con buena comida.
Llegué por ahí de las 6 de la tarde y como a las 7:30 ví llegar a mi buen amigo William Álvarez con su pareja y unas amigas, saludaron y se sentaron en una mesa distinta a la nuestra.
A las 8:30 William se acercó a nuestra mesa y nos preguntó a mi novio y a mí si nos podíamos en ese momento dar un beso. Lo hicimos extrañados y notamos que el administrador (que no tengo el nombre pero sería bueno si alguien lo sabe que lo indique), que estaba de pie junto a la mesa de ellos, nos estaba viendo.
Resulta que el dueño/administrador del lugar envió a una mesera (ni siquiera fue él mismo) a decirles a mi amigo y su pareja que consideraba su conducta inapropiada y que deseaba que se marcharan del lugar.
Lo que le pareció al caballero el acabose contra la moral y decencia del lugar es que mi amigo estaba ABRAZANDO a su novio y besándolo en la mejilla. Cuando llegó el administrador a su mesa (luego de 15 minutos de solicitar su presencia) les indicó que NINGUNA escena amorosa estaba permitida en ese lugar, ni entre homosexuales ni heterosexuales, situación bastante particular tomando en cuenta que soy asidua a ese lugar y he estado abrazada y besándome con mi novio en múltiples ocasiones, como lo hice hoy y al igual que muchas parejas que lo frecuentan, lo cuál aparentemente nunca pareció inapropiado a los dueños del lugar hasta que notaron que había una pareja homosexual en el lugar.
Decidimos, al igual que William y sus amigos, pagar e irnos del lugar inmediatamente ante tal falta de respeto, eso sí antes de irnos nos acercamos a la barra (donde hacía 5 minutos yo acababa de ver al dueño sentado) exigiendo respetuosamente hablar con el dueño/administrador para expresarle nuestra inconformidad e indicarle por qué nos íbamos y pensamos no volver nunca más. La respuesta del bartender fue que el señor en cuestión estaba en una reunión (a las 8:40pm!!). Es decir, el dueño (ni su madre, a la que vimos huir lejos de la barra cuando nos vio acercarnos) ni si quiera pudo enfrentarnos y explicar en nuestras caras su política homofóbica, sino que decidió esconderse y poner a responder a su personal por una desición suya.
Pagué mi cuenta (20 mil colones) y no volveré más. No le sirve el dinero gay? Pues mi dinero heterosexual tampoco le servirá nunca más.
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¿Qué les parece a ustedes? ¿Como les parecería que debieron de manejar los consumidores las situación? ¿Y el gerente? ¿Qué pasos deberían de seguir para resarcirse con sus cliente, la comunidad homosexual y todos los que tachamos esas acciones como ofensivas y sin lugar?
Yo lo que puedo decir es que me parece una actitud cobarde realmente, además de sumamente homofóbica, como lo dije antes. Espero no menos que una disculpa pública a las personas involucradas, y el compromiso de mejorar su servicio al cliente puntualmente dirigido a eliminar los casos de discriminación.
Update: Amelia Rueda publicó la nota de Natalia acá, y se está formando una discusión al respecto. Por si quieren pasar a opinar (acá también lo pueden hacer).
Y yo no sabía porque pensé que eran administraciones separadas, pero parece que la de La Buca es la misma que la de Il Pomodoro, por lo que ambos lugares perdieron todo respeto para mi, y no me duele dejar la focaccia capresse, la ensalada de salmón, el penne maybó y la salsa contadina, porque una injusticia así no se olvida.