Llegamos entonces al jueves 2 de febrero (como he durado!!!), que nos despertamos medio temprano, medio no, y Olga me dijo que íbamos para la Laguna de Apoyo con un amigo, así que nos alistamos bien fresquitas, pasamos al super a comprar billones de tonteras que picar, y nos juimos a recoger al caballero ya como a las 3 de la tarde.
Iba yo bien sentada en el carro, comiendo tonteras y terminándome el pedazote de pastel de maíz que nos quedó de Don Pan, cuando Olga me dijo "Mari, no se llene mucho porque vamos a pasar por un bocadito" (tal vez esas no fueron las palabras exactas, pero por ahí iba). Yo obviamente seguí comiendo porque no habíamos desayunado (*masoquismo*).
Luego pasamos por Mi Viejo Ranchito, un restaurante típico del que no se nada más que el hecho de que venden quesillo... ooooh si... quesillo...
Ya la Olga me había explicado, pero a mi se me había olvidado qué era, y es lo siguiente: una tortilla de maíz, llena de queso palmito, cebolla y natilla.
Simple y sencillo.
La muchacha agarró una bolsa de plástico, envolvió en ella la tortilla como en embudo, la rellena de sabor, y la cierra como un chirivisco (repito: "apretado" para la gente que no usa palabras chivas, pero sepan que "chirivisco" es probablemente mi palabra favorita en el mundo). Resulta que muchos nicas se la comen así mismo, como chirivisco, le hace un güeco en una esquina abajo, muerden un pedacito y lo sacan por güeco, y así. Es bastante más limpio que abrir la bolsa y comérselo a mordiscos normales, pero así me lo comí yo porque no tenía ganas de chupar bolsa.
Que bueno el quesillo! Lo voy a hacer, lo prometo!
Y bueno, seguimos nuestro camino a la laguna, que yo no tenía idea de cómo se llamaba y le dije "la Laguna de Managua" hasta que Olga me regañó como 3 veces.
Llegamos y entramos a un hotel todo lindo, con un perro bebé que casi me robo de lo divino (pero no se dejó tomar fotos). Bajamos gradas y pasamos hamacas en medio del jardín, mesitas de piedra, flores y flores, seguimos bajando, un par de habitaciones, luego pasamos una habitación grande con una piscina y una terraza, pero había un montón de carajillos ahí ("carajillos"= hombres y mujeres de menos de 23 años), así que seguimos bajando y llegamos a un... cómo se llama? Planicie? Fijo no... como un... planché! Ni se si es una palabra de verdad, pero la he escuchado, así que eso, llegamos a un planché de cemento como un par de metros sobre el nivel del agua, y se veía el lago.
Por un lado se bajaba a la playita del lago, toda linda y con olas chiquititas.
Nosotras nos tiramos a hacer básicamente nada mientras el boy se fue a nadar y nos rondaban unos perrrillos pedigüeños (obviamente Olga se durmió un ratito mientras yo le tomaba 850 mil fotos a los perros, de las que borré todas menos 3).
Estábamos muy cómodas pero volvió el boy y no nos dejaba rascarnos las panzas en paz, así que subimos a la terraza donde estaban los carajillos (que terminaron siendo muy pura vida) y nos metimos a la piscina :)
Ahí nos quedamos un rato pasándola lindo en una tarde caliente pero ventosita, y bien sabrosa.
Ah, por cierto, está claro que durante todo este rato mi amiga Toña, verdad? ;)
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